L’exemple de Churchill aviat el trobarem a faltar
Enric Vila:
L’exemple de Churchill
e-noticies.com, 30/05/2005.
L’Esfera dels Llibres ha tret el segon volum de les memòries de Churchill sobre la II Guerra Mundial. Aquest segon llibre és una delícia igual que el primer perquè Churchill escrivia de la mateixa manera que feia política: sense concessions gratuïtes, fugint de la frase buida i anant sempre de cara a barraca. Aquí, a un polític com Churchill, que amb la seva determinació va salvar Europa, l’acusarien de feixista, d’autoritari o de nacionalista radical perquè la democràcia és tendra, i confondre el fons amb la forma és el típic defecte de l’home que estrena alguna cosa, tant si són quartos com un sistema polític. Però s’ha de dir que la resistència de Churchill al verbalisme el va convertir en l’únic líder europeu que, davant la propaganda feixista, no va perdre els papers. Davant del feixisme, el president Companys va creure justificat suspendre el Parlament i representar una revolució sagnant; davant del feixisme, França va signar una pau vergonyosa; a tot Europa, la democràcia va tremolar i, confosa, quan no es va rendir sense lluitar va lluitar desmoralitzada o cedint per conservar alguna cosa ho van acabar perdent tot. Churchill no: Churchill va ser una fortalesa ferma i esquerpa enmig de la tempesta. Es va oposar als qui volien pactar amb l’enemic i als qui volien que la corona posés el país en mans dels militars; no va cedir ni al partidisme ni a la demagògia i va demostrar que les democràcies només són fortes quan s’aguanten sobre el patriotisme, és a dir, sobre l’amor a la terra, el respecte als qui hi són enterrats i el coneixement de la tradició heretada. Per això, ara que el PSC vol reduir el patriotisme als drets socials, ara que tants catalans creuen que la llum elèctrica és tan natural com la llum solar i que és igual parlar català que castellà, és important recordar la figura de Churchill. La Fundació Catalunya Oberta vol demanar a Barcelona un espai per emplaçar-hi un memorial. Em sembla molt bé. I no perquè Churchill posés els barcelonins de 1938 com a exemple de coratge davant dels bombardeigs, sinó perquè això seria un pas per tornar a posar Barcelona a l’avantguarda moral d’Europa. Em diran que, avui, un polític com Churchill tindria poc futur a la Unió. Cert. La feblesa i l’addicció a les enquestes dels nostres representants no el deixarien pas surar. Però no pateixin que l’exemple de Churchill aviat el trobarem a faltar. Jo només em pregunto si el recuperarem abans o després que es compleixi la profecia d’aquell filòsof de primers del XX que deia: “Ara que només parlen d’amor, vindrà el temps de l’odi; ara que només parlen de pau, vindrà la guerra”.
3 Comments:
“Me alegro de que los nacionalistas estén haciendo progresos”, le escribía Winston Churchill a su mujer el mismo día de la caída de Irún en manos de las tropas franquistas.
Y añadía, poco después, que “mejor para la seguridad de todos si los comunistas son aplastados”.
Eran palabras del mismo hombre que se afanó para que sus amigos conservadores leyeran Mein Kampf, de Hitler, y se hicieran cargo de la magnitud de los peligros que amenazaban Europa.
Todo eso ocurría en el cada vez más remoto siglo XX, durante la
guerra civil española. (…)
JOSÉ ANDRÉS ROJO, Madrid
El País 26-09-2001
EDUARDO HARO TECGLEN
EL PAÍS - 25-07-2005
(…) En la calle de Sidney, Londres, 1911, se hicieron fuertes unos letones, de los muchísimos que había exiliados. La policía los cercó, avisó al ministro del Interior y éste apeló al Ejército. Llegaron los soldados y el ministro. De frac, sombrero de copa, fular de seda blanco: dirigió los cañones, ordenó el fuego y mató al grupo anarquista anticomunista de Pedro el Pintor, o Pedro el Letón. El ministro era Winston Churchill. Dimitió porque los diarios populares denunciaron su brutalidad. Le hicieron ministro de Marina. Y un par de errores graves más le llevaron a primer ministro. Ya es un héroe mundial (…)
Churchill, ese hombre
JOSEP MARIA RUIZ SIMON - La Vanguardia 09/06/2005
Desde hace un par de semanas proliferan en la prensa los artículos que se adhieren con marcial Dentusiasmo a la solicitud que la Fundació Catalunya Oberta ha dirigido al Ayuntamiento de Barcelona para que la ciudad dedique un monumento a sir Winston Churchill. Los autores de estos artículos, o al menos los cinco últimos de los seis que recuerdo haber leído, concuerdan no sólo en su adhesión y en el tono hagiográfico en el que la expresan, sino también en el hecho de que todos ellos, aunque la mayoría no lo hagan explícito, están vinculados a la Fundació Catalunya Oberta, cuyo presidente, el ex conseller Joan Guitart, también ha escrito un artículo (el primero) haciendo pública su solicitud. Por el momento su demanda no parece haber recibido el ”respaldo plebiscitario” que, según afirmaba uno de ellos (Roger Jiménez) en ABC, merece. Tal vez habrá que esperar a que Lluís Prenafeta y Macià Alavedra, también miembros de la fundación, se unan al coro para que la propuesta se convierta realmente en una iniciativa popular y acabe alzando el vuelo.
Supongo que algo debe de tener Winston Churchill cuando intelectuales tan preclaros con Salvador Sostres (en Avui) y Oriol Pi de Cabanyes (en La Vanguardia) coinciden, entre ellos y con otros miembros de una misma fundación, en reclamar para él un memorial. Supongo, incluso, que Churchill, como icono, debe de tener lo que hay que tener cuando George W. Bush decidió poner su busto en el despacho Oval, cuando Weekly Standard, la hoja parroquial de los neoconservadores norteamericanos, lo nombró ”hombre del siglo XX” y cuando Jordi Pujol se prestó a prologar un volumen de sus memorias. Quiero suponer que se trata de su protagonismo en la lucha contra el nazismo (aunque, entonces, y no me parece una buena idea, debería erigirse también un monumento a Stalin). Quiero suponer que no se trata de su afición por las nuevas tecnologías, que lo llevó a manifestar, cuando era secretario para las colonias del imperio británico, que no entendía la aprensión de algunos por la utilización de gas venenoso contra ”tribus incivilizadas” (se refería a los kurdos y a los afganos). Ni de su obsesión, cuando era primer ministro, por el bombardeo masivo e ilimitado sobre la población civil de las ciudades alemanas, incluso cuando ya era, en el caso de que no hubiese sido siempre, estratégicamente innecesario. Ni tampoco de los puntos de vista desde los que justificaba, en nombre de la superioridad racial, el desplazamiento de los palestinos por los judíos (y de los indios americanos y los aborígenes australianos por el ”hombre blanco”). No sé. De algo debe de tratarse.
Tal vez, como se recuerda en uno de los artículos, simplemente se trata de que, en uno de sus discursos más célebres, puso a Barcelona como ejemplo de la capacidad de resistencia de los ciudadanos ante los ataques de la aviación enemiga. O, como se afirma en otro, de su capacidad oratoria, de su saber decir en un lenguaje ordinario cosas extraordinarias. Aunque me temo que la razón de peso es, como apunta sin ninguna vergüenza Sostres, otra: en algunos medios, en su medio (donde Arcadi Espada no interpreta este glamouroso papel), Churchill se ha convertido en un símbolo pijo de la lucha contra ”lo hortera”.
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Churchill y Prenafeta
JOSEP MARIA RUIZ SIMON - La Vanguardia 28/06/2005
(…)
Así pues habrá que esperar otra ocasión para conocer sus puntos de vista y los de la Fundació Catalunya Oberta sobre (por poner sólo dos ejemplos) el papel interpretado por Churchill en 1919-1920 durante la dominación británica de Iraq o en los ataques aéreos a ciudades alemanas durante la II Guerra Mundial. ¿Debe rendir Barcelona homenaje a quien era partidario del uso masivo de armas químicas contra los pueblos árabes incivilizados? ¿Debe erigir un monumento a quien optó por la matanza indiscriminada de civiles incluso cuando ya era estratégicamente ineficaz? Prenafeta tiene razón. Antes de pronunciarse hay que documentarse. A menos que lo que se pretenda sea, simplemente, manipular la opinión pública.
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