Teo-cons ?
Enric Juliana La Vanguardia, 23/04/2005.
Los ateos devotos no creen en Dios pero han recibido con auténtica devoción a Benedicto XVI, el Papa intelectual. No van a misa, pero consideran que el cristianismo es un marco de referencia que hay que defender con ahínco en un tiempo sin referencias claras. No viven la fe, pero han hallado en el catolicismo la fuente de una nueva identidad político-cultural. Una identidad que creen amenazada por la expansión del islam y su potencial deriva destructiva (atentados de Nueva York y Madrid) y por el laicismo, que consideran hijo del relativismo y de la debilidad moral. De la decadencia, por consiguiente.
Como en todo movimiento cultural de nuevo tipo, entre los ateos devotos hay matices, gradaciones e incluso contradicciones. Los más exaltados, muchos de ellos antiguos militantes de extrema izquierda, recrean el maniqueísmo de su juventud y ven el Mal representado por una grandiosa conspiración de mahometanos, progres y demás pobres de espíritu. Su gran apóstol en Italia es la periodista Oriana Fallaci, cuyos libros se venden como rosquillas. Su diario es Il Foglio, de filiación berlusconiana, dirigido por el periodista Giuliano Ferrara, ex comunista, culto y tremendamente astuto. Y tienen como teólogo de cabecera a Michael Novack, ex pastor luterano, sacerdote católico, autor de numerosos ensayos sobre capitalismo y cristianismo e intelectual de enlace entre la Santa Sede, la Administración Bush y los think tanks neoconservadores. Los ateos devotos ya han sido bautizados como teo-cons desde el otro lado de la barricada italiana, encabezada por la revista L’Espresso.
Luego están los agnósticos devotos, que como su propio nombre indica son más templados. Y luego los católicos culturales, que defienden las mismas premisas, pero dejando mucho más abiertas las vías de diálogo con la corriente laico-progresista. El socialista Giuliano Amato, dos veces primer ministro y posible candidato a la presidencia de la República, sería un católico cultural. Y aún podría añadirse a la lista los laicos no agresivos, como Piero Fassino, secretario general de los Demócratas de Izquierda (ex PCI), quien se ha declarado favorable a las tesis del nuevo Papa contra el relativismo, al considerar que la izquierda de tradición obrera (no la gauche divine) siempre ha sido portadora de valores y referencias fuertes.
Florentino Portero: ¿Quién me lo iba a decir? ...
Los ateos devotos no creen en Dios pero han recibido con auténtica devoción a Benedicto XVI, el Papa intelectual. No van a misa, pero consideran que el cristianismo es un marco de referencia que hay que defender con ahínco en un tiempo sin referencias claras. No viven la fe, pero han hallado en el catolicismo la fuente de una nueva identidad político-cultural. Una identidad que creen amenazada por la expansión del islam y su potencial deriva destructiva (atentados de Nueva York y Madrid) y por el laicismo, que consideran hijo del relativismo y de la debilidad moral. De la decadencia, por consiguiente.
Como en todo movimiento cultural de nuevo tipo, entre los ateos devotos hay matices, gradaciones e incluso contradicciones. Los más exaltados, muchos de ellos antiguos militantes de extrema izquierda, recrean el maniqueísmo de su juventud y ven el Mal representado por una grandiosa conspiración de mahometanos, progres y demás pobres de espíritu. Su gran apóstol en Italia es la periodista Oriana Fallaci, cuyos libros se venden como rosquillas. Su diario es Il Foglio, de filiación berlusconiana, dirigido por el periodista Giuliano Ferrara, ex comunista, culto y tremendamente astuto. Y tienen como teólogo de cabecera a Michael Novack, ex pastor luterano, sacerdote católico, autor de numerosos ensayos sobre capitalismo y cristianismo e intelectual de enlace entre la Santa Sede, la Administración Bush y los think tanks neoconservadores. Los ateos devotos ya han sido bautizados como teo-cons desde el otro lado de la barricada italiana, encabezada por la revista L’Espresso.
Luego están los agnósticos devotos, que como su propio nombre indica son más templados. Y luego los católicos culturales, que defienden las mismas premisas, pero dejando mucho más abiertas las vías de diálogo con la corriente laico-progresista. El socialista Giuliano Amato, dos veces primer ministro y posible candidato a la presidencia de la República, sería un católico cultural. Y aún podría añadirse a la lista los laicos no agresivos, como Piero Fassino, secretario general de los Demócratas de Izquierda (ex PCI), quien se ha declarado favorable a las tesis del nuevo Papa contra el relativismo, al considerar que la izquierda de tradición obrera (no la gauche divine) siempre ha sido portadora de valores y referencias fuertes.
Florentino Portero: ¿Quién me lo iba a decir? ...
El atractivo de Ratzinger para los liberal-conservadores agnósticos no reside en su defensa de una ortodoxia que, en gran medida, desconocen, sino en su reivindicación de los principios y valores, en la afirmación de que existe el bien y el mal, lo justo y lo injusto, la verdad y la mentira. No todo vale. No todo es relativo. Una cosa es respetar la opinión de un individuo y otra es aceptar que todos y ninguno tenemos razón.
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